El proyecto no es una reconstrucción, sino una interpretación poética y contemporánea del espacio que contienen los gruesos muros del castillo.
Para preservar la identidad tipológica del edificio, se repusieron los forjados, los muros de carga y la escalera desparecida siguiendo las huellas y restos encontrados en el interior.
La propuesta afronta la diferenciación material entre las cerchas metálicas de la cubierta y los forjados de madera que se ubican en planta baja, estableciendo una vinculación entre ambas materialidades mediante el empleo de viguetas y elementos metálicos en el segundo forjado, lo que sirve para generar una transición progresiva desde la entrada hasta el último forjado.
También ha sido un objetivo del proyecto el mantener la cualidad espacial que tenía el castillo antes de la intervención, cuando estaba casi vacío en el interior.
Por ello los nuevos forjados que se insertan ocupan parcialmente los diferentes niveles, dejando un espacio de doble y triple altura que permite contemplar el vacío interior en toda su amplitud desde los diferentes balcones de los forjados. La escalera se convierte entonces en una "promenade architectural" que guía al visitante a través del espacio interior hasta la cubierta.